Nota 2 del
Escribano
Mi cese
Desde
mi humilde hogar de Blois, 12 de agosto de 1589.
La
reina madre murió el día de Epifanía.
Mi
madrina, Francine, me había advertido de la gravedad de la enfermedad de la
reina madre desde que empecé mi labor como escribano de la misma.
—Tienes
que ser muy paciente y estar alerta.
Insistía
aún a sabiendas de que cuidaba como ella misma hubiera hecho a una enferma del
cuerpo y del alma que se obstinaba en ocultar su gravedad.
Las
cada vez más frecuentes y prolongadas toses hacían que pasáramos más tiempo en
silencios aprovechados para la relectura de El
Príncipe, aunque ambos podíamos
recitar el texto sin mirar el libro.
Se
había creado tal complicidad entre
nosotros que yo sentía los dardos que torturaban a alguien que Francia necesitaba
a alaridos.
Ella
pese a estar ya aquejada por el mal que puso fin a su vida se quedó en París
cuando los ejércitos reales habían sufrido la humillante derrota de Coutras, el
20 de octubre de 15 y a las barricadas que asediaban de tal manera a la corte,
que Enrique III convocó Estados Generales en Blois del 16 de octubre de 1588 al
16 de enero de 1589 y allí se refugió
desde la segunda mitad del mes de mayo.
Catalina
de Médicis permaneció cuatro meses más en la capital que asustaba tanto al
soberano.
Ella
tenía que resolver asuntos de Estado y lo hizo, aunque no me los ha dictado en
su diario.
Negoció
con el duque de Guisa y con el hermano de este, el cardenal de Guisa, de forma
que su salida de París se hizo con todos los honores que corresponden a una
reina Madre de Francia.
Algo
más había en el trato, puesto que en su viaje supo arreglar el matrimonio de su
nieta, Cristina de Lorena con el duque de Toscana, Fernando de Médicis.
El
contrato se firmó el 24 de octubre
Yo
deje de tener acceso a la gran Catalina de Médicis aquel 23 de diciembre en que
pereció entre tanto tumulto el duque de
Guisa.
Estoy
convencido de que si la reina madre hubiera estado informada de que su hijo el
rey hubiera escogido esa fecha para deshacerse de uno de sus grandes enemigos,
yo no habría estado tan cerca de los
apartamentos del soberano, donde se cometió un crimen cuyo tumulto escuche tan
fácilmente.
Yo
no estaba allí para eso y la expresión de contrariedad de la reina fue seguida
por una crisis que requirió cuidados intensivos de un aprendiz que aún no había
adquirido los dones sanadores que posee mi madrina.
Todo
el castillo de Blois estaba sumergido en el alboroto, por los gritos me enteré
del arresto del cardenal de Gisa, cuando éste había acudido en defensa de su
hermano.
Desde
que la reina se repuso me miró con inmensa gratitud, me hizo disimular bien,
bajo mi ropaje, el manuscrito que estaba escribiendo para ella y dijo con
complicidad.
—Guárdalo
como si guardaras mis entrañas. Deja que el tiempo decida la publicación de
estos papeles.
No
me dio tiempo a preguntas; como buena gobernanta que era, tomó las iniciativas
necesarias para que saliera del castillo con tanta discreción como había
entrado en él.
Al
día siguiente me enteré de la ejecución del cardenal de Guisa y del revuelo que
montaron las ejecuciones de los líderes católicos, apostólicos y romanos.
Francia
estaba en llamas.
El
rey nombró su eventual sucesor al rey Enrique de Navarra, para obtener ayuda
del partido protestante.
El
soberano fue vilmente asesinado el 2 de agosto de 1589.
El
rey de Navarra subió al trono francés tomando el nombre de Enrique IV.
Francia
recuperó la paz.
Gracias a l@s 342 que acudisteis a la cita de ayer: https://carlos-ortizdezarate.blogspot.com/
Gracias a Iris
Gracias a ti
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