miércoles, 10 de abril de 2019

Mi amigo Maquiavelo XXII


Nota 2 del Escribano
Mi cese
Desde mi humilde hogar de Blois, 12 de agosto de 1589.
La reina madre murió el día de Epifanía.
Mi madrina, Francine, me había advertido de la gravedad de la enfermedad de la reina madre desde que empecé mi labor como escribano de la misma.
—Tienes que ser muy paciente y estar alerta.
Insistía aún a sabiendas de que cuidaba como ella misma hubiera hecho a una enferma del cuerpo y del alma que se obstinaba en ocultar su gravedad.
Las cada vez más frecuentes y prolongadas toses hacían que pasáramos más tiempo en silencios aprovechados para la relectura de El Príncipe, aunque ambos podíamos  recitar el texto sin mirar el libro.
Se había creado tal  complicidad entre nosotros que yo sentía los dardos que torturaban a alguien que Francia necesitaba a alaridos.
Ella pese a estar ya aquejada por el mal que puso fin a su vida se quedó en París cuando los ejércitos reales habían sufrido la humillante derrota de Coutras, el 20 de octubre de 15 y a las barricadas que asediaban de tal manera a la corte, que Enrique III convocó Estados Generales en Blois del 16 de octubre de 1588 al 16 de enero de 1589 y  allí se refugió desde la segunda mitad del mes de mayo.
Catalina de Médicis permaneció cuatro meses más en la capital que asustaba tanto al soberano.
Ella tenía que resolver asuntos de Estado y lo hizo, aunque no me los ha dictado en su diario.
Negoció con el duque de Guisa y con el hermano de este, el cardenal de Guisa, de forma que su salida de París se hizo con todos los honores que corresponden a una reina Madre de Francia.
Algo más había en el trato, puesto que en su viaje supo arreglar el matrimonio de su nieta, Cristina de Lorena con el duque de Toscana, Fernando de Médicis.
El contrato  se firmó el 24 de octubre
Yo deje de tener acceso a la gran Catalina de Médicis aquel 23 de diciembre en que pereció entre tanto tumulto el duque  de Guisa.
Estoy convencido de que si la reina madre hubiera estado informada de que su hijo el rey hubiera escogido esa fecha para deshacerse de uno de sus grandes enemigos, yo no habría estado  tan cerca de los apartamentos del soberano, donde se cometió un crimen cuyo tumulto escuche tan fácilmente.
Yo no estaba allí para eso y la expresión de contrariedad de la reina fue seguida por una crisis que requirió cuidados intensivos de un aprendiz que aún no había adquirido los dones sanadores que posee mi madrina.
Todo el castillo de Blois estaba sumergido en el alboroto, por los gritos me enteré del arresto del cardenal de Gisa, cuando éste había acudido en defensa de su hermano.
Desde que la reina se repuso me miró con inmensa gratitud, me hizo disimular bien, bajo mi ropaje, el manuscrito que estaba escribiendo para ella y dijo con complicidad.
—Guárdalo como si guardaras mis entrañas. Deja que el tiempo decida la publicación de estos papeles.
No me dio tiempo a preguntas; como buena gobernanta que era, tomó las iniciativas necesarias para que saliera del castillo con tanta discreción como había entrado en él.
Al día siguiente me enteré de la ejecución del cardenal de Guisa y del revuelo que montaron las ejecuciones de los líderes católicos, apostólicos y romanos.
Francia estaba en llamas.
El rey nombró su eventual sucesor al rey Enrique de Navarra, para obtener ayuda del partido protestante.
El soberano fue vilmente asesinado el 2 de agosto de 1589.
El rey de Navarra subió al trono francés  tomando el nombre de Enrique IV.
Francia recuperó la paz.



Gracias a l@s 342 que acudisteis a la cita de ayer: https://carlos-ortizdezarate.blogspot.com/
Gracias a Iris
Gracias a ti

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