El 22 de julio de 1931 se produjo un “fake news” que
pretendía, aún ahora se mantiene, que hubo una semana sangrienta en Sevilla.
Juan Miguel Vaquero lo presenta muy bien: “La semana sangrienta de julio de 1931en Sevilla: ensayo de golpe de
Estado y de las fake news contra la
República”: https://www.eldiario.es/andalucia/semana-sangrienta-sevilla-ensayo-republica-memoria_1_1427159.html
El
libro, con el subtítulo "entre
la historia y la manipulación" es una aproximación
"breve pero densa" a un suceso destacado del primer bienio de la II
República española: la conocida como "semana sangrienta" o
"semana roja" de Sevilla en aquel verano del 31.
Unos
episodios que sumaron páginas como la "gran batalla del día 22" o la
"revolución de los pueblos". Y también el asesinato de cuatro
detenidos en el parque de María Luisa, el cañoneo de Casa Cornelio o el asalto
al cuartel de la plaza del Sacrificio. Los hechos alcanzaron una "enorme
repercusión mediática en su tiempo". Y sirvieron, además, como carnaza
para la manipulación, como explica el autor.
"Esta semana fue un escándalo,
una gigantesca 'fake news' que copó las portadas de los periódicos pero no fue
lo que ocurrió en las calles de la ciudad", explica el historiador. Y los
sucesos de la capital de Andalucía sirven de paradigma del trasiego nacional.
"El interés de la historia de Sevilla entre 1931 y 1936 desborda el marco
local", escribe en el prólogo Francisco
Espinosa Maestre.
El 22 de julio de 2011 se produjeron los más
graves atentados en Noruega. Mónica A G. Alvárez lo explica muy bien: “Breivik durante la matanza en Utøya: ¡Tenéis que morir todos!”: https://www.lavanguardia.com/internacional/20180720/45967112264/anders-breivik-utoya-atentado-oslo.html
El 22 de julio, hacia las diez de la mañana, Breivik
avisó de sus violentos actos. Subió un vídeo a YouTube donde podemos verle
vestido con una traje de neopreno -en su
brazo se puede leer la frase “Cazador de marxistas”- mientras
apunta con un fusil. En su diatriba instaba a los conservadores a “abrazar el
martirio”, declarar la guerra al marxismo y luchar contra el Islam. Dos horas
después escribió en su diario: “Éste es el gran día que he estado esperando
durante tanto tiempo. Incontables horas e incluso años de preparación quedan recompensados
por esta oportunidad”. Todo estaba en marcha. El plan debía
ejecutarse.
A las dos de la tarde, Breivik llegó a Oslo en un coche negro cargado
de explosivos caseros. Se dirigió al centro de la ciudad,
concretamente a la zona donde están emplazados la mayoría de edificios
gubernamentales, y programó la explosión para las 15.26 horas. El estallido del
coche bomba sembró el terror en las calles de la ciudad, dañó varios edificios e hirió a numerosos
viandantes. Oslo estaba repleta de escombros, polvo y
confusión. Los gritos de los supervivientes poblaban las calles y comenzaron a
descubrirse los primeros cadáveres. Murieron ocho personas.
“Llevaba un uniforme negro con bordes negros. Parecía nazi con uniforme de policía”,
explicaba a la policía uno de los testigos. Durante las casi dos horas que duró
la cacería, setenta y siete personas perdieron la vida. No fue hasta las 17.52 horas cuando
llegó la primera patrulla.
El rescate fue un desastre, dado que la policía no tenía helicópteros
disponibles ni botes suficientes. Tuvieron que pasar veinte
minutos para que la Unidad Antiterrorista Delta de Oslo se personase en la isla
y un helicóptero sobrevolase el campamento. Las autoridades desembarcaron a las
18.25 horas y a su paso se encontraron una sucesión de cadáveres. Sólo se oían
disparos y los gritos de las víctimas. Dos minutos después, Anders Breivik se entregó sin oponer
resistencia.
El 16 de abril de 2012 se inició la vista judicial
contra Anders Behring Breivik, que saludó
a los asistentes con el brazo derecho extendido y el puño cerrado.
Él mismo pidió que fuese en audiencia pública, durante la cual no mostró signos
de arrepentimiento ni se retractó de los setenta y siete crímenes cometidos.
Todo lo contrario, se
disculpó ante otros militantes nacionalistas por “no haber matado a más gente”.
Cuando le preguntaron por la preparación de la
masacre, el acusado explicó que su mejor entrenamiento consistió en encerrarse
durante un año entero con juegos de ordenador. Aquellas partidas al juego de guerra Call of Duty:
Modern Warfare le sirvieron para simular cómo tenía que disparar a la “invasión”
islámica que estaba azotando Europa.
Gracias a l@s 791 que acudisteis a la cita de ayer
Gracias a Iris
Gracias a ti
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