El 15 de julio de 1977, la dictadura de Videla secuestró a
varios científicos. Nunca han sido encontrados. Sara Rus lo presenta muy bien:
“La garganta poderosa”: https://m.facebook.com/gargantapodero/photos/a.226628010739403/1753987108003478/?type=3&eid=ARBlh0Qp66bUX2vYzR5MKawEQVZJ_VpFY6aefpHyk0nSeZLB5PYcE7KvApK9UeYJXhhB7h6nirUCYig1
Te aconsejo pinchar. La web no me permite copiar párrafo
alguno.
Adrian Cativelli ofrece un resumen: https://twitter.com/adriancatti/status/1283372971885768706
·
15 de julio de 1977:
en Buenos Aires, la dictadura de Videla secuestra al físico
nuclear Daniel Lázaro Rus junto con sus colegas Gerardo
Strejilevich y Nélida Barroca en la puerta de la CNEA (Comisión
Nacional de Energía Atómica). Serán «desaparecidos», torturados y asesinados.
El 15 de julio de 1994 terminó el genocidio de Ruanda. Ecu
Red lo explica muy bien: “Genocidio en Ruanda”: https://www.ecured.cu/Genocidio_en_Ruanda
Unos párrafos. Debes pinchar:
Genocidio de Ruanda intento de
exterminio de la población tutsi por parte del gobierno hegemónico hutu de
Ruanda en 1994. En el pasado, en Ruanda se distinguían dos estamentos dentro de
la etnia banyaruanda, a la que pertenece casi toda la población: la mayoría
hutu y la minoría tutsi. No existe ningún rasgo racial ni lingüístico
específico que diferencia a hutus y tutsis. Por lo tanto, después del
genocidio, en 1994 ambas distinciones fueron eliminadas de los carnets de
identidad. Antes de la independencia del país, sus líderes siempre fueron
tutsis. Desde 1961 hasta 1994, el poder fue asumido por los hutus.
El genocidio fue financiado, por lo menos en
parte, con el dinero sacado de programas de ayuda internacionales, tales como
la financiación proporcionada por el Banco Mundial y el Fondo Monetario
Internacional bajo un Programa de Ajuste Estructural. Se estima que se gastaron
134 millones de dólares en la preparación del genocidio—ya de por sí una de las
naciones más pobres de la Tierra—con unos 4,6 millones de dólares gastados solo
en machetes, azadas, hachas, cuchillos y martillos. Se estima que tal gasto
permitió que uno de cada tres varones hutus tuviera un machete nuevo.
Cuando las masacres comenzaron en
1994, muchos tutsi y disidentes hutu buscaron refugio en las iglesias.[5] Sin
embargo esto facilitó la labor de la interaharnwe (patrullas de la muerte del
gobierno y el ejército) que sabía dónde encontrarlos y podía confiar en la
delación de clérigos y monjas. Es por este motivo que tantas fotos de fosas
comunes muestran suelo santo y es también la razón de que muchos clérigos y
monjas se enfrentasen a juicios por genocidio.
El padre Wenceslas Munyeshyaka es
un ejemplo. Figura líder en la catedral de Kigali, escapó a Francia con ayuda
de sacerdotes franceses pero fue posteriormente acusado de genocidio por haber
aportado listas de civiles a la interahamwe y por la violación de jóvenes
refugiadas. Según narra Paul Rusesabagina, el padre Wenceslas Munyeshyaka solía
referirse a su propia madre tutsi como cucaracha. Estos hechos no impidieron
que el padre Wenceslas retomase sus actividades pastorales en Francia hasta que
fue finalmente arrestado.
El obispo de Gikongoro, Monseñor
Augustin Misago, también destacó por su participación en el genocidio. Primero
solicitando al Vaticano en junio de 1994 que se llevase a los sacerdotes tutsi
del país porque en Ruanda ya no se les quería y por hechos como lo ocurrido el 4
de mayo de 1994: poco después de la última aparición Mariana en Kibeho, el
obispo se presentó junto con la policía ante un grupo de 90 niños tutsi que se
encontraban retenidos. El obispo les dijo que no se preocupasen porque la
policía los cuidaría. Tres días después la policía colaboró en la masacre de 82
de estos niños.
Mientras ocurría la tragedia, el mundo entero
parecía ajeno a la barbarie y no intervino para parar el trágico conflicto. En
el caso de Francia, y esto puede ser extensivo a Bélgica y a Alemania, todos
con importantes intereses en la zona desde el siglo XIX, el comportamiento no
fue del todo solidario. El general Roméo Dallaire describe la actitud de estos
tres países antes, durante y después del conflicto, ante la pregunta de por qué
los franceses impedían que ganaran la guerra los tutsis:
"Los franceses se mueven en la zona por la
llamada francophonie, por el orgullo de controlar. E invariablemente ayudan a
los hutus. Enseguida comprobé asombrado que tanto franceses como belgas y
alemanes tenían allí consejeros a docenas. Ellos sí sabían lo que pasaba, pero
ninguno proporcionaba a la ONU, es decir, a mí, su representante, la
información que poseían. Y al mismo tiempo, esos países que estaban en el
Consejo de Seguridad tampoco dejaban a la ONU, a mí, montar mi propia unidad de
información, porque, decían, el mandato no contemplaba eso. Incluso cuando tuve
constancia de que se pasaban armas de contrabando a través de la frontera de
Uganda y pedí permiso para buscarlas, me contestaron que no."
Durante el tiempo que duró el genocidio,
ninguno de los gobernantes estadounidenses, usó esta palabra para definir lo
que estaba ocurriendo en el país centroafricano. El haberlo admitido les
hubiera obligado a intervernir en el conflicto. En su lugar, utilizaron la
definición «actos de genocidio» para describir la situación. Pero lo más
importante y que más influencia tuvo en el seno de las Naciones Unidas y por lo
que no se actuó antes, fueron las continuas discrepancias que Estados Unidos
sostuvo con el Secretario General de la ONU en ese momento, Boutros
Boutros-Ghali. Las decisiones de este, en varias ocasiones, chocaron de frente
con las intenciones del Gobierno estadounidense.
Gracias a l@s 972 que acudisteis a la cita de ayer
Gracias a Iris
Gracias a ti
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