Mi primer encuentro con Carlos
Ortiz de Zárate
Táchira, 14
de diciembre de 2016.
No soy buena
para recordar fechas. La del primer contacto por twitter se produjo el 14 de
diciembre. Era el último día del semestre. Estaba en mi despacho. Me acompañaba
la señora de limpieza del departamento, Andrea.
Dos días
después cumpliría 42. Ignoro la razón
del adelanto de fechas en los registros de la universidad. Las cosas pasan por
algo y así lo intuí cuando recibí el
anuncio del seguimiento.
El mensaje
decía “Te sigo y comparto tu muro”. Nada más. El resto fue “Magara”. Había
corrido a refugiarme en el despacho para ocultar la rabia de mi impotencia.
Necesitaba llorar en mi intimidad.
Me equivocaba
pensando encontrarla en mi despacho. Una de mis estudiantes, María, me esperaba
con una tarta de calabaza. Quería que apagáramos juntas las 42 velas. La rabia
tenía que dejar paso a la ternura. Soy de natural agradecida y el detalle era
enternecedor. Pese a las circunstancias que sufre mi querida Venezuela, a la
actividad de la rumorología que adelantaba la noticia oficial de la decisión de
suspender la rama de turismo a partir del primer semestre de 2017 , que yo no
sospechaba hasta que me enteré en la reunión que acababa de abandonar, había
víctimas que pensaban en mí.
Intenté
disimular mi rabia. Es muy fuerte. Ciento veinte alumn@s se quedarán fuera de
una universidad que decide, sin argumentos válidos, eliminarl@s. María lo sabía
y no hizo mención alguna. Me lo ha confesado después. No era momento de
lamentaciones, estábamos allí para celebrar. Ya nos ocuparíamos de encontrar
solución a nuestra exclusión.
María es muy
perceptiva y notó mi zozobra. Yo también la suya; la noticia no era para menos.
Ambas supimos imponer la celebración y de acuerdo tácito, dimos brevedad a la misma. Había que evitar
el estallido y apurar las excusas de que las lágrimas que se empeñaban en salir
provenían de la emoción por la celebración.
Nunca he
tardado tan poco en apagar las velas. Nos fundimos en un abrazo y ella encontró
la disculpa que permitía explicar la separación sin alimentar la sospecha de la
imperiosa necesidad de ambas de recluirnos en nuestros rincones para sacar la
rabia.
Me vino muy
bien la interrupción. El afecto de María había apaciguado mis entrañas. Me Metí
a Twitter. Tenía muchas cosas que contar. Soy activista y me preocupa el mundo
en que nos toca vivir. Además mis mensajes no caen en saco roto.
Me siento
comprendida y arropada, como me ocurre con mis alumn@s. Es una herramienta que
da voz a la ciudadanía global. Lástima que las nuevas tecnologías sirvan más
para encerrarnos en nuestras burbujas y para asustar. No es el caso de mi
grupo: compartimos información que nos empodera.
No recuerdo
de qué tratábamos el 14 de diciembre. El mensaje de Carlos ocupó mi mente y mi
rabia.
Era breve,
pero me impactó hasta el punto de sentir la necesidad de entrar en su muro.
Justo en ese momento entró Andrea. Primero miró lo que quedaba de tarta.
Después a la pantalla.
Lo que
descubrió en la última fue más fuerte que sus ganas de probar la tarta. Vio en
la foto de Carlos un extraño parecido con un vicerrector que compartimos en
nuestros afectos.
Nos pusimos a
hablar mientras nos terminábamos el pastel. Carlos fue el tema. Buscamos juntas
más información sobre la persona. Vimos, en su blog las dificultades que tenía para
sacar un billete en la página de Renfe. Había encontrado plaza en el Alvia
Jerez Madrid que salía a principio de la tarde del 24 de diciembre.
Estaba en El
Duque de Medina Sidonia y pensaba que no había agencia de viajes en la ciudad.
Los problemas usuales entre American Express y Renfe. El quería coger ese tren
y temía que se vendieran las plazas disponibles. Se agarró un buen berrinche.
No podía utilizar otra tarjeta. La página de la compañía ferroviaria solo
admite las tarjetas que ya han sido utilizadas en la misma.
Me sonó una
historia tan difícil de asimilar como la que estaba padeciendo. Todo se arregló
con una simple llamada telefónica. Hay una agencia de viajes en Medina Sidonia
y la dueña le dio su confianza, sacando el billete, a la espera de que pasara a
pagarlo.
Carlos
necesitaba tres días, el tiempo de cumplir con sus entonces citas diarias en su
blog. Los horarios de apertura de la agencia coincidían con los que el
demandante del billete usaba para completar su relato. Este hombre cumplía su
compromiso de escribir el borrador de un capítulo diario. Por eso ha publicado
seis novelas.
El berrinche
no había dado frutos. Solamente cuando pasó la tormenta se informó de la
existencia de la agencia. El resto sobra. La confianza que le otorgó su interlocutora
fue “Magara”, explicaba Carlos.
Me quedé con
la movida. Siempre he creído en la energía cósmica, encontré más información en
“El principado de la Fortuna”. La lectura de la novela fue muy posterior.
Entonces encontré un alma gemela. Comprendí por qué quería viajar a primera
hora de la tarde. Quería cenar con su familia. Sabía que la estancia tenía que
ser breve para evitar confrontaciones. Quería cumplir y evitarlas. Tomaba su
billete de regreso a Villaviciosa para el 26 a las once.
Me veía en el
contexto. También estaba la magia de Villaviciosa. Ciudad que visité y disfruté
hace años y que he vivido recientemente al ver los vídeos de la presentación de
Catarsis.
Contesté al
mensaje comunicando mi cariño por Villaviciosa. Lo agradeció y añadió con
orgullo “Asturias es mi tierra de adopción. Soy vasco”.
Añadió” vivo con mi compa Julen” Pensé que se trataba de su pareja. ¿Por qué me
afectó? Imaginaba el enorme cariño que se tenían, colmado de la ternura
proveniente de “Magara”. Yo quería entrar. Me sentía excluida. Pronto comprendí
que se trataba de su mascota y que me hacían sitio. . Entre
16 y 20 de diciembre la agitación política del país se hizo sentir, el gobierno venezolano asestó un duro golpe a las mafias financieras y bancarias, integradas por venezolanos,
colombianos, brasileños y alemanes. Delinquían en tráfico y lavado de dinero, el continente africano era su
destino. Llevaban años apropiándose de los billetes de 100 bolívares, los de
más valor en Venezuela. El gobierno decidió eliminar el billete. Ya se habían
llevado los malhechores 300.000 millones de
bolívares en esos billetes. Nos amargaron la celebración de las
navidades. No había liquidez y se colapsaron los bancos. Con todo ello, lo más
grave fue la barbarie que se impuso. Gran parte de
los comercios en Ciudad Bolívar fueron saqueados, hubo que imponer toque de
queda, sí, fue una navidad triste y muy
convulsa para much@s venezolan@s
Hasta mediados de enero de 2017, no
interactué más con en el twitter de Carlos, los motivos no los sé.
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