Economía social y
solidaria
Mondragón fue uno
de los buques insignia de la economía social y solidaria; soy víctima de las
obligaciones de Eroski y además he tenido que pagar a Hacienda.
¿Cómo? Muy fácil: se me ofreció recuperar en catch el 40%
de la cotización, en constante baja, de las obligaciones subordinadas de Eroski
que había heredado de mi madre y conservar el 40% de las mismas. No se me
explicaba lo que pasaba con el 20% restante. Es fácil imaginar. Acepté por
aquello de “Mas vale pájaro en mano que cinco volando” y, sobre todo porque
quería borrar de mi mente el desengaño que sufrimos los que quedábamos de familia cuando
perdimos nuestra confianza en Mondragón.
Mi madre tenía noventa años cuando el director de la
sucursal del BBVA donde se encontraba su cuenta propuso la compra. Este señor tenía toda
nuestra confianza y Modragón era para nosotros la representación de la economía
que deseamos.
Habíamos dejado la pequeña herencia de nuestro padre para proteger la vejez de nuestra madre.
Las políticas aplicadas en las inversiones eran, por tanto, conservadoras.
Aceptamos la excepción por nuestra fe en la economía social y solidaria. Grave
error; aunque se cobraban dividendos, la
cotización de los valores no cesaba de menguar y no había forma de vender.
A la muerte de mi madre, cada uno de nosotros heredó un
marrón. Me tocaron las obligaciones de Eroski. Realmente no contaba con este
capital. Así como el asunto de las “Preferentes” de Bankia ha causado gran
escándalo, apenas se escuchan rumores sobre las obligaciones de Eroski y sobre
todo del abuso de confianza de los que creemos en la economía social y
solidaria.
Dicen que el gato escaldado del agua huye. Cuando la
directora de la sucursal del BBVA en la que tengo mi cuenta me anunció la
propuesta, no la estudié con las precauciones que requiere el caso.
Tenía razones de sobra para hacerlo. Pesaban más mis
ansias de quitarme el “muerto”. No estoy dispuesto a escuchar a Mr. Hyde, quien
insiste que estamos rodeados de hienas. Prefiero ser engañado que considerarme
acosado de enemigos.
Firmé la pila de papeles que me presentó la directora, que
incluía uno en que declaraba que el BBVA no había influido en mi decisión. La
visión del último me impulsó a retractarme. Estuve a punto de hacerlo. Mi
interlocutora no me dejó tiempo.
-
Ya está. Recuperas liquidez y te queda un 40%
Se guardó los papeles y premió mi estupidez con una
sonrisa.
Hacía unos días que el urólogo me había anunciado que de
este cáncer no moriré. Salía de un periodo de tres meses en los que día a día
había encontrado razones para vivir, pese a la amenaza que pesaba del cáncer de
próstata que se llevó a la tumba a mi padre y a mi hermano.
Eso es lo que contaba: se me había regalado vida para
darme tiempo a encontrarme. Claro, que en ese encuentro está también la
economía social y solidaria. Franco no había podido con Mondragón. Las
legislaciones en la materia de los gobiernos del Post franquismo han permitido
la deriva.
Cuando he hecho la declaración de Hacienda este año, me he
encontrado que en el periodo fiscal objeto de la declaración tengo unos
beneficios adicionales de 1600 euros. La razón es que en esta operación se declara
el ingreso del total de la cotización de los valores. Curiosamente, ésta
acababa de subir y era más alta de la que había cuando recibí la herencia.
Trascurrida la operación ha vuelto la constante bajada. Lo sé por el 40% que me
queda.
Eso no es todo. En la misma fecha del ingreso se carga mi
compra del 40% que me queda. De cara a Hacienda hay unos beneficios y una
inversión. Así, lo que recibí se lo lleva Hacienda.
Me ha dado mucha rabia. He sido atrapado por mi voluntaria
ingenuidad. Mr. Hayde no logrará convencerme de que debo vivir al “acecho”. No
es la vida a la que aspiro. No podría soportarlo.
Claro que sigo creyendo en la economía social y solidaria
y pese a que he empezado con mal pie en Proust, lo explicaba en nuestra cita
anterior, sigo metido en la única economía en la que creo.
Lo contaba y lo cuento. Sigo considerando que la única
salida para los escritor@s con voces que no benefician del gusto de los
poderosos que nos mediatizan en sus intereses, es la cooperativa de l@s
implicad@s en la escritura. Descubrí Proust en el contexto de la publicación de
“Catarsis”, adherí al proyecto de cooperativa de escritores independientes con
mucha esperanza.
Elegí mal el momento: el voluntariado ha dejado cabos
sueltos, hasta el punto que Catarsis no está aún en la tienda de la editorial.
El zarpazo de Mondragón no ha contado para que interprete
los fallos como agua que escalda. Bien es cierto que me siento frágil ante los
dardos de Mr. Hyde: estoy agotando las reservas de capital que me he permitido
gracias a la pequeña herencia que recibí de mi madre. No puedo embarcarme en aventuras.
Este domingo tenía que participar en una videoconferencia
de los socios promotores de Proust. El objeto es corregir los errores en que
hemos caído. No pude hacerlo porque, pese a que había instalado el programa,
este falló.
No había comprobado el funcionamiento del mismo. El
técnico no sabía hacerlo. Un profesional comprueba todo, especialmente cuando
los potenciales fallos tienen tales consecuencias. Hubiera podido hacerlo, solamente
con un poco de reflexión. Mi seguro de hogar incluye la asistencia telemática.
No lo había pensado. Fui consciente cuando ya no podía
poner remedio. Hoy lo haré y en la próxima ocasión cumpliré mi parte. Lo que me
queda de Proust es lo que sentí en Literania: “Si hubiera un paraíso me hubiera
gustado que se asemejara a aquella humanidad que me mimaba. Soy el primero en
cometer errores. Lo importante es saberlos corregir.
Tengo aún respuestas y esperanza. No sabría vivir de otra
manera.
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