Mi hermana Fidelia y el Ocaso de la U-27
En nuestra cita
cotidiana del 6 de junio, Carlos se mostraba preocupado por mi ausencia, e
insistía: “Iris tendrá que explicar lo que sintió ella”, al ser
rechazada en la Aplicación
A mi corta edad de 9 años no disponía de voz, ni de voto. Mi único fin era complacer
a mi madre; ella, una mujer tenaz,
inteligente, disciplinada y autoritaria en la crianza de sus hijos, tomaba las
decisiones. Mi padre intervenía poco. Ese día comprendí la diferencia de clases
sociales, me sentí un ser inferior. Parece sarcasmo ¿no? Había asumido la discriminación
de las élites por el “pecado” de vivir en el campo.
A los 4 años,
1978, me encontraba sentada en un pupitre en el salón de la casa. Multiplicaba decimales. Al lado, mi hermanita Fidelita, 10 años mayor, yacía en una cama clínica.
Mi madre padeció de rubiola durante el embarazo. El feto fue dañado y desde que
nació Fidelita estaba condenada al silencio, la inmovilidad y la dependencia. Necesitaba
atención las 24 horas del día.
Mi madre decidió
no tener más hij@s, tenía cuarenta años, y optó por el ligamento de trompas. Algo
falló y
quedó embarazada de mí, su última y cuarta hija, no deseada. Al nacer
rechacé la leche materna, la devolvía. Quizá había nacido queriendo irme
pronto. Gracias a los cuidados de mi madre y a
leche de cabra y de vaca,
sobreviví.
Sentía
ganas de ir al baño; se me prohibía hacerlo hasta que no culminara
las tareas asignadas. Si no acataba ordenes tendría zurra zapatera. Empecé a
advertir que podía terminar las
obligaciones antes de lo esperado; así tendría más tiempo para saltar de monte en monte; razón por la que mi padre
me llamaba la grilla. También me
apodaban la flaca vitola. Mi madre decidió que era hora de matricularme en la escuela;
ya no podía controlarme en casa,
necesitaba tiempo para cuidar a mi hermana discapacitada.
La Unidad
Educativa Palo Gordo me aceptaba en primer grado. Transcurrió
una semana y llamaron a madre: “su
hija no tiene nada que
aprender en este nivel, podemos hacer que ingrese a tercero o cuarto
de primaria, usted decide”. Me inscribieron en tercero, era una
pequeñaja de 4 años y medio con compañeros de 9 y 10 años, yo solo quería
jugar con los niños de primero o kindergarten.
Finalizo la lectura
de “Nuestra cita cotidiana”. Comparto cuando Carlos escribe “Entre nosotros hay mucho respeto y no quiero entrar en arenas movedizas “. Siempre tan amable
¿Cómo no quererlo?
No
olvido lo prometido os contaré el ocaso de la U-27
Abril
de 1998. El movimiento estudiantil U-27 crecía como la espuma; de los 27
miembros fundadores pasó a 2800, y se
unieron los profesores del círculo
académico. En un año habíamos cumplido casi
todas las peticiones que nos
exigía el estudiantado; se implantó la cena en el comedor, conseguimos más libros para la biblioteca, más rutas de transporte, mejora del seguro médico etc.
Pero
había puntos en discordia con las autoridades: aumentar el monto y número de
becas salarios para los alumnos y construir una residencia estudiantil.
Pedía paciencia a mis compañeros, sabía que era cuestión de tiempo y de
negociación.
Al
movimiento llega Milli una estudiante colombiana de último de carrera de
ingeniería industrial. Había obtenido refugio en Venezuela porque la guerrilla la había amenazado de secuestro. El movimiento
la arropó y la hizo un miembro más. Era una muchacha
muy colaboradora, carismática y
al parecer de familia muy pudiente
bogotana.
Para mí
fue un alivio. Su participación me
aligeraba responsabilidades. Iniciaba mi
tesis de pregrado para optar al título de ingeniero superior industrial y necesitaba tiempo. Omar Quiroz mi noviecito
durante dos años me planteó, en una reunión íntima de su familia que entre
nosotros no había química; solo amistad, compañerismo y lealtad. Culminó el
noviazgo de mutuo acuerdo, sin dramas. Ya contaba con 23 años y seguía
inmaculadamente virgen.
Finalizaba
junio y Milli estaba muy integrada al
movimiento. Por accidente escuché una conversación telefónica cuando me encontraba
en el baño de mujeres del edificio A:
-
Mi
verraco ellos no sospechan nada, nada
Milli se percató de mi presencia y cortó la llamada.
Douglas,
el ideólogo de los U-27, me me aconsejó unos días después que desconfiara de
ella. Solicité al jefe de control de estudio su expediente
académico. Todo estaba en orden: sus calificaciones muy altas, en particular en
la asignatura de mecánica de fluido, unas
de las más complejas en ingeniería.
Almorzando
en el comedor entablé una conversación de teorías básicas de termo fluidos,
ella estaba perdida no se enteraba. ¿Cómo una estudiante con sobresaliente en
mecánica de fluidos no conocía sus principios básicos? ¿Milli era una
farsante? ¿Quién era esta mujer? ¿Ese
expediente académico era falso o suplantaba a alguien?
Empecé a alertar que algo raro sucedía. Nadie me
creía, me tildaron de paranoica; en 4 meses Milli había comprado y
seducido al movimiento.
Ella se jactaba de
su buena posición económica,
siempre brindaba almuerzos y todas las
rondas de cerveza al nutrido grupo.Les regalaba ropa, colonias etc.
A
mediados de Julio, un martes, se convocó
en la mañana una reunión extraordinaria para informar que
las autoridades no aceptaban el aumento de
las becas salarios y la
residencia estudiantil.
Milli propuso
secuestrar a las autoridades, Douglas,
Mari, Omar y yo no compartíamos esa propuesta. Se sometió a votación, ganó la
propuesta de Milli.
En la
tarde del martes, los 4 fantásticos
redactamos la renuncia al Movimiento
U-27, se consignó en el Centro de Estudiantes
y en el Decanato de Estudios.
No
compartíamos el uso de la violencia para reivindicar Derechos Legítimos.
El miércoles,
a las 12 del mediodía, el grupo U-27 secuestraba violentamente a las autoridades en reunión de Claustro, golpearon
al Rector, encadenaron el edificio
administrativo, quemaron una unidad de
transporte etc. El secuestro duró hasta las 6 de tarde del día jueves.
Mediaron
los profesores y la fuerza policial
actuó. El viernes, el claustro se
reunió: disolvieron el Centro de Estudiantes, el movimiento U-27 y expulsaron de la Universidad
cerca
de 200 estudiantes. Se convocaron elecciones estudiantiles
Sí, pulverizaron el movimiento de la Unión 27
Estoy
segura que los partidos Acción de Democrática y Copei infiltraron a Milli; el
objetivo: liquidar el avance de cualquier movimiento de izquierda en la
Universidad.
Yo preparaba maletas para viajar a Cuba a un
congreso de ingeniería industrial.
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