Ellas [también] cuentan
Federico Vivanco sabe escuchar y dar
voz a las que hacemos callar.
Hace ya un
montón de años fui convocado por el juzgado de guardia para traducir en el
juicio contra un ciudadano del África francófona. No soy traductor. Me había quedado
ese verano en Las Palmas para preparar mi oposición al puesto de Civilización
Francesa. No encontraban a nadie y me obligaron a hacer el trabajo.
Mi
experiencia fue decepcionante. El juez me amenazó en tres ocasiones con ordenar
mi detención por el simple hecho de intentar defender los derechos del
procesado. No pude escuchar a éste. Mi misión se limitaba a traducir las
preguntas del magistrado, las respuestas del acusado y la sentencia.
Federico ha
tenido experiencias más gratificantes como intérprete en la Oficina de Asilo y
Refugio del ministerio de Interior. Así lo muestra en la introducción con unos
párrafos plagados de angustia que traducía en su trabajo. Explica: “Estos
párrafos podrían conformar lo que sería el comienzo de uno de los tantos relatos
cortos que se encuentran en esta antología”
Sí, Vivanco
tiene escucha, y paciencia. A partir de esta toma de contacto decidió dar
visibilidad a esas voces que tendemos a ningunear. Federico ha pasado años
buscando en el África anglófona, voces ignoradas: por ser pobres y por ser
mujeres. Ellas [también] cuentan es eso; casi nada.
Hay dolor,
si, pero también hay fuerza y muchas ganas de salir del pozo en que las hemos
metido. Gracias, Federico has dado vida a estos días grises y lluviosos que me
tocan.
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