Hoy he vuelto a pasar
El mismo
lugar, la sobremesa, 19h: 03
Tampoco
tenemos que perder ésta. ¿Lo haremos?
No era mi
intención dejar el tema de Dolores. El gesto de Beatriz me hizo comprender que así lo había
interpretado. Aclaré:
—La pérdida de batallas
tiene su lado positivo. Estamos
en 2018 y no lo hemos encontrado. Llevo buscando, a través de Pasionaria desde
mi infancia.
Beatriz se ha emocionado cuando he contado la contribución de la tía Eugenia.
— ¿Cómo has podido esperar tanto tiempo?
— Por miedo…
— ¿A qué?
—Tardé mucho en asomarme a la política. Olvidé mi
promesa a la tía por simple resignación. Tú naciste en los sesentas. Un
contexto en el que l@s que nacimos en la postguerra y no estábamos en ningún bando,
empezamos a asomarnos a la política.
Hasta entonces solamente se escuchaba la voz del “Nacional Catolicismo”
—Había movidas…
—Había bandos, represión y monopolio de la información.
— ¿Y cuando te asomaste a la política?
—Estaba en Francia y el Partido Comunista Francés no
veía con buenos ojos una movida que se le escapaba de las manos. Me afilié al maoísmo.
—El eterno problema de la izquierda. Somos cuatro y mal
avenidos.
—Ea; ahí voy… Tenía amig@s de izquierdas que habían
huido de “Dictaduras del proletariado”, que en el marxismo no pueden
eternizarse. Soy marxista y he sufrido de la dictadura.
—No de la misma.
—Claro. Mis amig@s reconocían que se les aseguraban allí Derechos Fundamentales
y añadían que se sentían en jaulas de oro, pero jaulas, y habían pasado
suficientes años como para liberar los cerebros…
—También hubo la II Guerra Mundial, la Guerra Fría…
—Y las apropiaciones de las que beneficiaron USA y la
URSS. No olvides, tampoco, la Primavera de Praga.
—Primera vez que oigo hablar de ese acontecimiento
—En enero de 1968 ganó las elecciones en Checoslovaquia
el reformista Dubcek,
con un programa de libertades. Había muchas esperanzas de que se pasara a la
fase de democracia del proyecto marxista. Funcionaba; el gobierno no puso
obstáculo a que se denunciaran, en los medios, sus “manzanas podridas”.
—
¡Entonces tenía tres años!
—Me extraña que alguien como tú…
—Y a mí. Gracias por informarme.
—No duró mucho; el 20 de agosto, las fuerzas del Pacto
de Varsovia pusieron fin al sueño.
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