El Oro de Moscú II
En un paraíso de Alicante de cuyo nombre me acordaré
16 de febrero de 2011
Han pasado muchos años desde la vivencia con la tía
Eugenia. La recordé en Villaviciosa, en mi setentena.
Ahora estoy con mi familia de adopción por una semana,
en el campo de Alicante.
—España era el cuarto país en reservas antes de que se
decidiera salvarlo de “La Cruzada”. Te voy a dar una cifra significativa: el
número de The Times del 7 de agosto
de 1936, las estima en 718000000000 de $ USA, solamente en la sede central.
Para que te hagas una idea, la España de 2005 no alcanzaba esa cifra. Una parte
importante se fue a Moscú y Dolores era
un peso pesado en aquel momento; su estalinismo era obvio.
Hablaba Beatriz, la matriarca de mi familia de adopción
por esta semana. Quería matizar la
exculpación a Pasionaria del primo Antolín, en el asunto del oro de Moscú.
—Te recuerdo que fue enviada a entrevistarse con León
Blum cuando la República había empezado
a comprender que las “democracias” europea empezaba a abandonarnos, como quedó
patente en el Pacto de Múnich Era la
persona adecuada y más empeñada en la negociación.
Sacamos a relucir hechos tales como que Franco no era
el más adecuado para denunciar la desaparición de depósitos del Banco de
España, puesto que él mismo se apropió de los de las sedes que estaban en
territorio conquistados por los rebeldes. Aquí nadie dio nada gratis y todos
sacaron tajada de la contienda.
—Pero Dijo mi interlocutora, con tristeza— la
República pagó muy caro el vaciado de las arcas, faltaba de todo y esto fue un
gran empujón en la caída. No he visto ni un simple reproche a Stalin por parte
de Pasionaria… ¿No es un poco una traición a l@s que la siguieron hasta la
tumba?
— ¿De qué habría servido?
Mi intervención no amedrentó a Beatriz.
—De hecho, Rusia infringió la primera derrota a Hitler,
como lo había hecho con Napoleón, el hijo de Dolores murió, como un héroe en la
famosa batalla de Stalingrado. Yo tampoco habría criticado a la URSS, pero mira
a lo que hemos llegado…
— ¿Por culpa de Pasionaria?
_ ¡No!
Un no tajante y Beatriz añadió:
— ¡No teníamos que haber perdido aquella guerra!
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