martes, 21 de mayo de 2019

Borrador Capitulo III de la Novela sin Título



El Fuero de Ayala

El valle de Ayala fue incorporado al señorío de Álava por el Acuerdo de Salvatierra del 7 de septiembre de 1487 y  reconocido y aprobado por la Junta General del 29 de los mismos mes  y año. El documento fue firmado  por los Reyes Católicos el 30 de septiembre de 1489 y desde entonces lo han hecho todas las Majestades Católicas.
El fuero de Ayala está contemplado en los Fueros  vascos y en otros, como es el caso de los navarros.
Sí;  he mamado los fueros en la educación que recibí de mis padres.
Existe, en el documento  de Ayala,  la libre decisión de nombrar herederos. No se reconocen favores a primogenituras: lo que cuenta es la capacidad del receptor para sacar lo mejor de la herencia.  Este Fuero está acompañado de cláusulas  que recuerdan a los padres sus obligaciones con su prole y con su comunidad; están las reuniones de los vecinos, conocido comúnmente como concejo y están las Juntas para exponer, debatir, organizar y juzgar. Allí llegan nuestras voces y las de todos los vecinos; el lugar de encuentro de nuestra tierra es  el Campo de Zaraobe.
Desde mi más tierna infancia sabía  que los junteros salían de nuestra vecindad y que, después había otras Juntas y negociaciones con señores y reyes.
Mis padres tuvieron 11 hijos; nos alimentaron y nos ayudaron a encontrar dignas salidas, como son los casos de mi hermana Cecilia y mío, acogidos por unos tíos que no tenían hijos y que disponían, en Madrid, recursos para alimentar a tres sobrinos.
Todo esto  proviene de los Fueros y lo había vivenciado antes de que me lo explicara mi tío, el Urquijo que era párroco de LLovio.
 En nuestra casa  de Murga  se hablaba muy frecuentemente  de las Juntas vecinales, padre era nuestro representante y antes y después de las reuniones nos hacía sentir que nuestras opiniones contaban y que teníamos mucho que aprender de las de nuestros vecinos.
Ante todo sentía la libertad que ganaba en la solidaridad y con la experiencia de los otros.
Mi primer anfitrión  fuera del hogar  había decidido empezar mi educación  con los Fueros.
Tenía empeño en enseñarme  a leer, a escribir, a argumentar por qué es tan importante este fuero  .
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