jueves, 30 de mayo de 2019

Onceavo Borrador de mi novela sin título


Los Rothschild y España
He hecho una corrección en la primera parte y he decidido juntar las dos partes.
Esta poderosa familia había jugado un papel muy importante en  la recuperación del trono español por los Borbones, en 1814.
La generosa inyección económica de estos poderosos financieros dio vida a unos ejércitos dispersos por su procedencia: inglesa, portuguesa o española enemiga de la dinastía bonapartista.
El duque de Wellington estaba atrapado por la desmoralización de sus tropas, en el sur de Portugal y el  oportuno envío de numerarios, que  le hicieron los magnates alivió el malestar de un ejército  que jugó tan importante papel en la Guerra de la Independencia.
Las políticas de Fernando VII no eran del agrado de los prestamistas, tampoco éstos sentían la menor simpatía por la España feudal que apoyaba a éstos.
 El tío párroco de Llodio afirmaba tener pruebas de financiación de la Revolución Francesa por esta familia y ya  estaba preparado para plantearme los bailes políticos de la alta finanza.
Tengo que reconocer que me fue de gran utilidad hacerlo.
Comprendí que los intereses de la “Casa”, eran parar la expansión napoleónica y lograr  de la debilidad del régimen que estaba ayudando a restaurar concesiones mineras, como es el caso de la de Almadén, que necesitaban para completar su predominio mundial en el mercurio.
Esos beneficios,  más los obtenidos por el generoso préstamo a Inglaterra, sirvieron para operaciones más lucrativas  en territorios que  ofrecían mayor rentabilidad de la que podían obtener en la decadente España.
Para  volver a fijarse en este último reino fue necesaria la pujanza financiera de los hermanos  Pereire que puso en peligro el liderazgo de unos Rothschild acostumbrados a mangonear.
Ambos rivales habían sido socios en la construcción de ferrocarriles en Francia, pero iban apareciendo desacuerdos entre dos familias judías, la última de origen prusiano, la primera sefardíes portugués; ahora ambos franceses.
Es difícil de explicar el retraso de la instalación de líneas férreas en Francia, para los Pereire era necesario recuperar el tiempo perdido en la puesta en funcionamiento del motor de desarrollo económico, que los financieros tradicionales, entre ellos, sus socios, retrasaban.
Para los Rothschild la inversión debía realizarse en territorios con potencial de despegue.
La nueva finanza iniciada por los socios ambiciosos fue cobrando una fuerza que ponía en duda el liderazgo de Lionel Rothschild en las finanzas mundiales.
España, en 1835 vino a ser el campo de batalla entre los dos magnates financieros mundiales.
No era el territorio más apetecible para inversiones ferroviarias en aquel momento. ¿Por qué fue campo de batalla para dos tiburones financieros, precisamente cuando ambos tenían en el sector una gran parte de sus negocios?
Los Pereire, en los 30 estaban ya lanzando sociedades, en Francia y en el resto de Europa, capaces de crear líneas férreas que movieran mercados donde no había “mercancía”. Según la ortodoxia financiera dominante, representada por los Rothschild en la tierra, esos proyectos carecían de cimientos y el fracaso del negocio  podría ser un revulsivo para los inversores y ralentizar avances en lo que apuntaba como nueva revolución industrial.
La ortodoxia se defendió, aunque con dificultades, en Francia y en Austria; era tiempo de parar los pies a los herejes en todos los territorios en que pretendieran imponerse.
Supongo que la primera razón que justificaba la mirada a España era la gratitud que debía Su Majestad Católica a los financieros  que hicieron posible la victoria que les recuperó el  trono.
También supongo que Daniel Weisweiller  y yo tuvimos un papel importante en lograr que el frente español cobrara un gran protagonismo
Los Rothschild no solamente asestaron un duro golpe a los Pereire; además obtuvieron grandes beneficios y dejaron  claro su liderazgo en el ferrocarril europeo.
Hay decisiones tomadas por estos señores que lamento, como es el caso de la inversión en las Guerras Carlistas.
Tendría mucho que contar sobre las guerras de estos magnates financieros y sobre los efectos que tuvo en la misma el éxito de la casa Rothschild en España. Me limitaré a comentar que la venganza    de los Pereire  fue muy dura: fundaron  el Crédit Mobilier, el 9 de septiembre de 1852;  una sociedad financiera con un capital de  60 millones de francos que serviría de garantía a las diversas sociedades de crédito que abrieron en toda Europa, incluida España, por supuesto.
Para entonces yo había ya creado la marca Urquijo, puesto que desde 1840 disponía  de capital, contactos y proyectos.
Además, mi patrón optó por apoyar la facción que hizo más daño a España, la que agrupaba a forales con los defensores de la estricta aplicación de la ley Sálica abolida por Fernando VII en 1830. La reina consorte, María Cristina de Borbón Dos Sicilias se había quedado embarazada y quería tomar precauciones en el caso de que pariera una hembra.
El hermano del rey, Carlos María de Isidro esperaba la muerte del soberano para ascender al trono por el derecho que tiene el segundogénito a suceder a un finado primogénito que no deja herederos. La minoría de Isabel II y consiguiente regencia de una madre de conducta poco ejemplarizante encendió unas Guerras Carlistas que costaron mucha sangre y dineros.
Fueron especialmente duras para mí; a la defensa del orden de “Dios Patria y Rey”, los insurrectos añadían la de los Derechos Forales. Mi tierra mi gente y mi causa estaban demasiado metidas en el incendio.
La casa en España supo apreciar y aprovechar  mi discrepancia en el tema.
Mi foralismo se opuso con todas sus fuerzas a unas Guerras Carlistas que fortalecían una España feudal que nos hundía más en la inercia.
Continúo siendo un hombre de confianza para mis antiguos patrones.
No se trata solamente de gratitud: compartimos la convicción de que España necesita potenciar emprendedores.
Gracias a l@s 565 que acudisteis a la cita e ayer: https://carlos-ortizdezarate.blogspot.com/

Gracias a Iris
Gracias a ti 

1 comentario:

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