sábado, 25 de mayo de 2019

Borrador 7mo de mi nueva novela sin título


El fuero y el negocio
Considero que la de ayer fue auténtica cena foral y temo que  los efectos van a acortar mi tiempo de escritura.
El primero en presentarse ha sido el heredero. No tiene cara de haber dormido mucho. Lo lamento. Sé que tiene que contarme algo que justifique su entrada en mi habitación  a hora tan temprana.
—Fuiste tú quien aceptaste el marquesado y el feudalismo del que está forjado- ¿Po qué me lo echas en cara?
Julia consideraría intolerable que alguien la despertara hasta que descubriera interés en el chisme. Soy un perro viejo no tengo tiempo que perder. Reúno mis fuerzas para comprender que mi sobrino no puede presentarse con esa cara, pese a los esfuerzos que haga  en cosmética.
—Somos Grandes de España porque quería humillar a los feudales que mi capital dominaba, es un hecho. El otro argumento  es que la  marca tenía la patente que nos acordaron aquellos a quienes despojábamos. Reconozco que el proyecto de los partidarios de iniciar la dinastía de Amadeo de Saboya me despertó ilusión. Después la marca Urquijo aprendió la lección
Sé que tengo que ser breve. No hay más tiempo para mi representante “terrenal”. Tiene que ser el primero en llegar a su despacho, vestirse, quitarse ojeras y disfrutar del desayuno que le ha preparado, con tanto cariño Enrique, el que nos mima en nuestras primeras comidas-
Me temo que, en este momento, la cabeza de mi querido sobrino no está en esa labor.
—Optamos por el marquesado en decisión foral Urquijo- Erice. Tú no eres el cordero de Dios que arrastra los pecados del mundo.  En nuestra casa no hay capilla o capellán, solamente habría una excepción con el difunto párroco de Llovió y él diría que de Josefina salieron dinastías parlamentarias que perduran. El I Imperio francés duró muy poco y los ciudadanos de la II República votaron, en 1848, por un presidente que le llevó al II Imperio.
La eficacia de Josefina es aún más clara cuando en la III República francesa hay mayoría si se juntan los monárquicos: legitimistas, orleanistas y bonapartistas.
Decididamente, mi discurso no estaba siendo el adecuado, pero, en la marca Urquijo somos un equipo; Se nos ha servido nuestro desayuno, con el cariño que necesitaban nuestras perdidas cabezas, y se nos han añadido dos invitados que se han ocupado de dejar muy claro, desde el principio, que no necesitan invitación alguna y que han venido porque el momento lo requiere.
En la marca Urquijo cada uno tiene su misión y sus fueros. Antolín lo sabe, porque lo ha aprendido y ganado en los consejos forales de aquella.
Nadie ignora mis horarios, enfermedades, gustos y ocupaciones y este visitante que se ha invitado a mi habitación, tan eficazmente acompañado, no me ha hecho sentirme molesto por profanación alguna de mi intimidad.
Pese a que alguien pudiera considerar una invasión la entrada de varias personas en su habitación, yo degustaba los alimentos que no he tardado mucho tiempo en saborear, gracias a una eficacia que  activado, en segundos, mi dormitorio en degustación.
Mi atormentado sobrino se ha dejado seducir por los alimentos trabajados con el cariño que merece.
Antolín, muy consciente de las urgencias que nos invade, nos deja saborear, saborea y toma la iniciativa de iniciar la conversación.
—Cualquier niño o niña de las tierras de Ayala está dotado, desde su nacimiento, con los medios necesarios para su educación y promoción. Sé que lo sabes. Lo que vengo a decirte es que el proyecto ya está iniciando el proceso de autofinanciación.
Para explicarnos el procedimiento se había traído a Juan, el cuarto invitado.
El último nos explicó muy brevemente que la escuela de hostelería creada en nuestra casa había adquirido riqueza suficiente con los negocios que había ayudado a emprender que éstos se habían organizado para prestar a los otros emprendedores.
—Es un tema que figura en la reunión, en mi despacho, a las 11.
Responde mi sucesor,  sin lograr ocultar su incomodo.
Yo sí me siento abrumado y disimulo bien el malestar, aunque mi frase tiene que dejar muy claro mi mensaje:
—Sabes, tan bien como yo, que Antolín no se ha presentado en mi habitación para tratar un tema programado en tu despacho para más tarde. También sabe de muy poco tiempo para cumplir con la norma de ser el primero en llegar al edificio…
Todos degustamos y pensamos en silencio. Mi querido sobrino se va para acicalarse.
Cuando regresa  nos sentimos orgullosos del sucesor y todo el mundo se va, para dejarme escribir el capítulo de mis memorias que  he prometido hacer llegar antes de la cena.
Gracias a l@s437 que acudisteis a la cita de ayer  https://carlos-ortizdezarate.blogspot.com/

Gracias a Iris
Gracias a ti

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El abuelo Leopoldo: Hablando en Cobre

 El abuelo Leopoldo – ¿Por qué has llegado tarde? Me preguntó, cariñosamente, mi abuelo materno. –He estado jugando con mi amigo Bertín. Nos...