Iris
Es mi esposa desde el 22 de junio de 2018.
Yo tenía 74, ella 42.
Nos casó, en euskera, el concejal de Cultura del
Ayuntamiento de Santurtzi, mi tierra.
Nos acompañaron en el almuerzo, cuatro invitadas y los
padrinos.
Los seiscientos cincuenta euros que recibimos de regalo
no alcanzaron para cubrir los gastos de estancia y de desplazamiento.
Merecimos un artículo del periódico Deïa : “De Twitter al altar”
En efecto, nos conocimos en esta red social.
Recuerdo que fue un 23 de diciembre. Yo estaba en Medina
Sidonia y sufría de un gran cabreo por los problemas tecnológicos que
dificultaban mi compra del billete del Albia Jeréz- Madrid Chamartín aún
disponible para el 24 con mi tarjeta de American Express.
Quería cumplir con la cena de Navidad en familia..
Todo se arregló por mediación de una agencia de viajes y
con traslado en Sevilla.
El caso es que había descargado mi berrinche en el grupo
de Twitter justo el día en el que, en su
despacho de la Universidad de del
Táchira Venezolano, Iris se enteraba de la decisión de cerrar la carrera de
Turismo de la que ella formaba parte como docente e investigadora..
Grave problema y
el fin de un sueño en el que había puesto sus esperanzas el grupo de docencia e
investigación que había ilusionado a sus estudiantes con un proyecto de
desarrollo local limpio solidario e identitario para una Venezuela polarizada
en su riqueza petrolera.
Pese a la distancia y a unas circunstancias aparentemente
muy diferentes, la mensajería privada de Twitter cimentó este amor que
encuentra tan raro una mayoría con voz y voto.
Cierto que hay gran diferencia de edad y que el inicio de
nuestras relaciones se produjo en un momento
en el que era difícil concebir puntos de encuentro.
—El interés.
Me dijo mi asistenta médico sanitario cuando le anuncié
que había tomado la decisión de casarme.
—¡Por ambas partes!
Respondí con convicción.
Es una muy buena persona.
No sentí la necesidad de explicar que mi actual esposa y
yo compartimos el sueño de un desarrollo local limpio, solidario e identitario
que cimiente una cultura de Derechos y Deberes ciudadanos.
De eso hemos hablado hoy, 26 de abril de 2019.
Yo le he contado , durante el almuerzo, el encuentro que
hemos tenido Julen y yo con el asturcón.
Por la tarde, Iris y Julen se han ido a dar un paseo.
Acaban de volver.
Una joven llevaba sus dos grandes perros sueltos. Los
esfuerzos que ha hecho Iris para
mantener la seguridad de nuestra pequeña mascota no han servido para evitar el
ataque.
La dueña asistía impasible a la agresión.
Iris ha usado de su agilidad defensiva para alejar al
perro que tenía su bocaza sobre la garganta del Julen.
Todo se ha resuelto. La irresponsable que deja que sus
perros agredan ha manifestado sus protestas ante un tratamiento hacía los
mismos que ella considera injusto. Ha soltado a sus amigos humanoides que
querían follarse a mi querida esposa.
—¡Lástima que alguien que está tan buena se
desperdicie con semejante vejestorio!
No solamente yo, desde la ventana de mi apartamento
escuchaba los gritos. Había gente mucho más cerca.
Callaban.
Felizmente, una familia de daneses ha intervenido antes
de que yo llegara.
Ahora nos tomamos una cerveza en una amable terraza.
Hemos decidido llevar zanahorias al asturcán.
Ya se lo habían llevado.
Gracias a l@s 414 que acudisteis a la cita de ayer: https://carlos-ortizdezarate.blogspot.com/
Gracias a Iris
Gracias a ti
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