martes, 5 de junio de 2018

Caminitos II continuación



   Y volver, volver.

Villaviciosa, 5 de junio de 2018
Había dejado este relato. La primera razón fue la espera de la respuesta de la Fundación Secretariado Gitano a mi propuesta de ceder mis derechos de autor a la organización para subvencionar personal de apoyo escolar para l@s marginad@s.
La iniciativa sería el componente de los últimos capítulos.
La respuesta no ha llegado, pese a mi insistencia. La idea les parecía bien pero había que esperar que una asamblea tomara la decisión.
Hace ya un tiempo que comprendí que eso no pasaría, pero ya me había asomado demasiado al mundo de la exclusión para contentarme con unas pinceladas que no llevan a alternativas.
Veo a Joan, el niño gitano que celebra la Diada  , casi cada día, me grita desde la calle cuando regresa a su casa para el almuerzo. Es un derroche de optimismo que surge de los verdes del césped, se acerca a mi ventanal.
–¡Soy el señor tu dios!
Me dijo ayer.

Yo andaba preocupado por el, entonces probable nombramiento de Borrel como ministro a Asuntos Exteriores. Me preguntaba cuál sería la reacción de un gitano catalán. Obviamente, el chiquillo no estará enterado de la noticia, pero si espero una respuesta en:
–¿Qué piensas de la moción de censura?

–Pá dice que a los gitanos no se nos ha perdido nada en eso.

–¿Quiere que siga Rajoy?

–No, pero dice que así sigue.

Me gustaría conocer al padre, una persona que habla y escucha , además, en Villaviciosa.

–¿Qué paso con esa novela que estabas escribiendo?

Joan se refería, sin duda, a “Caminitos II”. No sabía  qué responder; a estas alturas no podía   contar lo de mi espera a la respuesta de Fundación Secretario Gitano. Me sale el reproche.

–Dejaste de venir a las clases de apoyo que te ofrecía…
–Me aburría…
Se notaba.  No fui capaz de…
–Me caes bien, pero ¿Para qué quiero aprender francés inglés o la distancia de las estrellas?
Me tranquilizó el chiquillo.

–Para que te den el certificado que te permitirá entrar en la profesional.

Respondió el papa que trato de echar.

–Siempre el mismo rollo…
Joan me ha mira como si yo fuera uno de los que se lo impusiera.
–Sabes que comparto tu crítica…
–Por eso me aburría más…

Este niño, además de empatía, tiene…

Se va mientras grita

–Me quedan cinco minutos para llegar al almuerzo. Después se acabó. Son normas.

Estaba ya muy lejos cuando aclaró:

–Te he dado hasta el último minuto…

En ese momento  decidí  volver a “Caminitos II”





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