Mary Shelley
Villaviciosa 8 de junio
No me gusta comprar en Mercadona. Falta bebida de almendra
para el desayuno de Iris y es lo que tengo más cerca. Llueve.
– ¿En tierra de producción láctea te has pasado a la
competencia?
La voz surge de la cola, justo cuando yo estoy en caja. La
reconozco como amiga. Es Pedro, víctima del cierre de industrias lecheras en la
Villa. Orgulloso de ser gitano.
Le espero a la salida. Sé que no ha vuelto a encontrar empleo
y que le costó mucho conseguir vivienda en los bloques, pese a la penuria
cuando se agotó su derecho a percibir el paro. Malvive con las ayudas que
consigue del Principado. Gitano. Demasiado viejo, con 43 tacos, para continuar su vida laboral: Demasiado
joven para cobrar la jubilación.
–Gracias por haberme esperado. Hace tiempo que no nos
encontramos…
Le cuesta caminar. La
humedad de esta tierra hace estragos en
nuestros huesos. En Pedro no había encontrado síntomas hasta ahora. No sé muy
bien cómo formular mi pregunta. Mi interlocutor es más rápido en la respuesta…
– ¡Éramos pocos y parió la abuela!
–Se supone que la esterilidad de las mujeres…
No me deja terminar.
–También los objetivos de las leyes es el bien común, dixit
– ¿Te has puesto a estudiar Derecho?
– ¡Ojala pudiera! No entra
en los cursos de reciclaje que me ofrecen, querido Watson, tampoco
dispongo de ordenador y han cerrado los cyber que había en la villa.
Este hombre pasa de las lamentaciones y va al grano.
–Felizmente encuentro algunos libros que me ayudan en la
biblioteca municipal.
– ¿Te ayudan a evitar que se ponga a parir la abuela?
–Lo hacen de alguna manera.
– ¿Cómo?
_Mary Shelley, en el XIX y con “una abuela empeñada en Parir”
resistió y supo encontrarse en un mundo en el que no era bienvenida.
–Vamos, que ha nacido tu vena existencial.
– ¿Te crees el único que se busca?
–Iris necesita este líquido de almendra para desayunar.
En su mirada veo que no traga la excusa y mis entrañas me
gritan que soy un cínico.
–Vale, seguiremos hablando del tema cuando nos encontremos. En
esta villa tod@s giramos en nuestras rutinas; es pequeña pero pasa el tiempo
sin que se encuentren o nos vemos varias veces al día. He visto un cartel de “se
vende” en tu apartamento. ¿Te vas?
Esto va de largo. Ha parido la abuela…
–Volvamos al existencialismo. Creo que tod@s buscamos nuestro
sitio y como ocurre con las rutinas…
–A veces nos encontramos, en esta “isla diminuta” y tenemos
otros rumbos.
–El síndrome del eterno regreso…
–Mary Shelley avanzó
Este tipo no se corta en cortarme. Siento su “santidad”. Está
claro que se le ha aparecido la virgen María y que sale mi Lucifer.
–Cierto que se vengó de la sociedad puritana que la oprimía
con la escritura de Frankenstein. Añado que las Ciencias Sociales decoran sus
blasones. Difícil imaginar que en su época tuviera tan claro conceptos que la
academia ha tardado tanto en adaptar. Sí es una venganza gloriosa, pero la
sociedad atacada ha violado su obra en versiones que no dejan ver el mensaje. Ahora
tengo que irme…
–Pero antes responde. ¿Te crees el único lector de la versión original?
–No; de hecho, mi lectura fue motivada en una clase de la
Universidad de Paris 8, resultante del pacto en las barricadas de 1968.
–Y claro, los de la Villa no tenemos esa alcurnia
–Tú eres
gitano.
–Cierto que te
llevas mejor con nosotr@s, pero apenas nos conocemos. Mira, tu amigo Víctor
presume de su proyecto estrella: integrar a los marginales en un barrio de
clase media baja, con un césped mucho mayor que los otros edificios. Muy bonito
el proyecto, pero la realidad es que estamos al límite de la ría y los recortes
presupuestarios en la construcción no sirven para protegernos. El césped sirve
de frontera…
–Mary Shelley
denunció el impacto del miedo y del rechazo en la génesis del monstruo. Tú aludes a otros factores y a
la confluencia de intereses en mantener el “cuento de hadas” que nos venden
–Y compramos; las
empresas de opinión muestran que la mayoría de español@s considera que el
gobierno de Frankenstein es mejor que el de Rajoy.
–El de las
ministras y ministros, no lo olvides
–Tampoco olvido
que Ana Botín se ha apresurado en felicitar la composición, la han seguido
otras felicitaciones que me intrigan.
Soy yo quien
habla ahora. Antes éramos dos machacones que queríamos salvar la perspectiva de
las prisas. Tengo la seguridad que he sido yo quien ha cerrado la charla:
–Iris me espera
para su desayuno, sufre de acidez estomacal que necesita calmar con comida
frecuente.
Ha vuelto a
cortarme por el morro. Le escucho mientras me alejo.
–Somos much@s
mas de los que creemos los que queremos evitar que el poder cree la
monstruosidad en el cuento de hadas que nos vende. La Shelley avanzó en las
entrañas de aquel. Fue un paso fuera de la ruta de la rutina. Esta mujer
encontró su sitio.
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