domingo, 10 de junio de 2018

Nuestra Cita Cotidiana




Remando al viento

Misma fecha y lugar

­Me llamo Raquel.

Strelizia deja su refugio. Me evoca la Mary Shelley de la película de Gonzalo Suárez (1988) ¿Siento miedo o me salpica una vida que sale a chorros? Es Raquel. Dispara los miedos que le inyectó una versión de Frankenstein que, a mi manera de ver no es muy respetuosa con el testamento que dejó la autora:
-      Estamos en una sociedad que  llama monstruo al diferente. ¿Quiso nacer éste? ¿Le fabricaron por placer o por necesidad? En el caso de que se tratara de la última, ¿De qué? ¿Ilusión de llenar vacios de poder?
Silencio. Raquel toma aire e impulso para lamentar:
 ­Quizás estamos rodeados de “Frankys”...o lo somos, atrapados por la imagen que reflejamos en el espejo?¿tanto miedo nos damos?
­La imagen del espejo ha sido esculpida en el dogma…
Hablo sin esperanza de que mi voz tenga espacio en el derroche que nos prodiga mi predecesora.
­Así ocurre en Remando al viento: una frenética huída del monstruo. seis  Goyas.
¿Ha compartido Pedro mi visión de la Raquel que mana?
­Vi la película y no me gustó. Necesito respuestas ya y, desde luego no podemos encontrarlas en la peli, tan celebrada, incluso en el festival de Donosti. Necesitamos sacarnos nuestros monstruos ya.
Claro que es Raquel y claro que no tiene nada que ver con la Shelley de Gonzálo Suárez. Está resplandeciente y empeñada en retirarnos del espejo que nos amarra:
­¿Buscamos un refugio...en un pueblo sin nombre..o quizás lo tiene? El mío es Raquel...pero me escudo en una rareza de una flor...que no lo parece.. ¿Somos o deseamos ser? a veces sorprende la sapiencia del orate, nos muestra una salida que no queremos encontrar.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

El abuelo Leopoldo: Hablando en Cobre

 El abuelo Leopoldo – ¿Por qué has llegado tarde? Me preguntó, cariñosamente, mi abuelo materno. –He estado jugando con mi amigo Bertín. Nos...