La locura
Misma fecha y lugar
Isabel Carlota ha encontrado un discípulo memo
en Pedro Invaden mi espacio con Historia de la Locura, de Michael Faucault.
Iris está en su cuarto y Raquel en el mío.
Me entra la neura. Tengo que salir. Mis
intentos de minimizar las molestias que pueda causar al recoger paquete de
cigarrillos, mechero, móvil y chubasquero caen en saco roto. Ambos están tan
ensimismados que pasan de mis movidas.
Me llevo a Julen; siempre está dispuesto a
dar un paseo.
El tiempo está loco. 19 grados, sol, amenaza
de lluvia, rayos y truenos… Nos ha tocado de todo. Hemos aguantado en la
terraza de la Zapica hasta que la granizada nos ha hecho abandonar el refugio. Son
dos pasos para regresar a casa ¿A casa? No me han dejado sitio y lo necesito.
Me ahogo allí dentro, pero Julen tiene miedo de rayos, relámpagos y truenos…
¿Qué me está pasando? Encuentro todo igual
cuando regreso. Bueno, Pedro parece más enamorado de una Isabel Carlota que
triunfa con la locura de Carlos VI.
Había costumbre en ciertas cortes del siglo XIV de abrir puertas
a “loc@s” seleccionad@s en sus territorios. Carlos VI llegó a un refinamiento de
este procedimiento; creó redes para captar a sus loc@s de corte a una edad en
que pudieran ser tallados para el destino que el soberano había trazado.
Pedro está en su gloria y pregunta para mostrarse como alumno
aventajado:
¿Cómo era la selección?
Demasiado científica para la época: intervenían médicos, teólogos,
pedágogos, estadistas…
¿Por qué tanto?
Pese a su empeño seducid-seductor, Pedro no ha perdido su
costumbre de interrumpir. La dama hace del vicio de él su gozo:
Era un asunto de Estado. “Los locos dicen la verdad”, decía
la teología y añadía la misma que los humanos no la aceptan porque no están tan
cerca de Dios.
No sabía que Isabel Carlota tuviera la licenciatura de
Filosofía. En todo caso, Pedro, parece haber salido “enterao”, y con ganas, de
una clase magistral en proceso.
No es que desprecie el
tema, una buena secuencia a Frankeinstein, pero Raquel había sacado otro tema más
íntimo y responsable. Ella, como Iris, han encontrado su espacio; yo no, y
estos ponen encima de la mesa el asunto de la locura. ¿Qué es la locura?
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