jueves, 7 de junio de 2018

Caminitos II Continuación


Frankenstein

Villaviciosa. Misma fecha

–¿Tú qué crees?
Iris se ha metido en su habitación desde que yo me he ocupado de nuestro visitante de césped. Tras la marcha de éste se me ha presentado en el salón en una encarnación del eco.
Tengo que responder. Antes no hacía falta; el emisor y yo tenemos constancia de la escasa eficacia de los servicios sociales de la Villa, ella lleva aún poco tiempo aquí y me toca informar.
–En mi opinión, la Trini tendrá que buscarse un alojamiento, puesto que se ha hecho expulsar de la vivienda social y hay cola para entrar en la misma. Le costará, pero encontrará un espacio para vivir. Pagará los meses que le dure el susto y terminarán por echarla; por eso y por su mala fama. El Ayuntamiento se la quitará de encima pagándola un alquiler en Gijón y cuando la echen será el problema del último municipio.
Iris se va, tiene su trabajo. Yo el mío y he tenido que interrumpirlo para que ella jugara al eco.
Me mira, sonríe y dice:
–Nada es lo que parece. Imaginaba lo de Trini y he tenido respuesta a mi pregunta.
–¿Qué?
Tengo que seguirla a su habitación.
–Sabes que me molesta el asqueroso humo de esos cigarrillos que fumas.
–Sabes que fumo los más baratos y conocías el hedor de los mismos cuando me has venido con tu preguntita y me has incitado a seguirte.
–¿Yo? No amigo, estoy muy ocupada con la promoción. ¿Es mi trabajo no? ¿Cómo vas tú con el tuyo.
–¡Difícil me lo ponéis con tanta interrupción!
–¿Me estás señalando?
Soy yo quien se va. Tengo que responder a muchas preguntas, las mías y las de l@s Trini  ¿Por qué no somos capaces, en Villaviciosa de reclamar la ya tan manoseada por el Ayuntamiento, democracia participativa? “Porque no somos capaces de entendernos”, grita mi niño.
Seguro que Trini su niña a la que no dejamos hablar.
–¡Bendición!
Toco a la puerta antes de entrar, sin cigarrillo encendido en la habitación de Iris. Es el código que utilizamos para indicar que he terminado mi trabajo.
–Un minuto
Responde. Son más. Los utilizo para airear y para concluir:
Víctor Frankenstein era un hombre bueno. El miedo al imperativo hizo un monstruo de su criatura.


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