Frankenstein
Villaviciosa. Misma fecha
–¿Tú qué crees?
Iris se ha metido en su habitación desde que yo me he ocupado
de nuestro visitante de césped. Tras la marcha de éste se me ha presentado en
el salón en una encarnación del eco.
Tengo que responder. Antes no hacía falta; el emisor y yo
tenemos constancia de la escasa eficacia de los servicios sociales de la Villa,
ella lleva aún poco tiempo aquí y me toca informar.
–En mi opinión, la Trini tendrá que buscarse un alojamiento,
puesto que se ha hecho expulsar de la vivienda social y hay cola para entrar en
la misma. Le costará, pero encontrará un espacio para vivir. Pagará los meses
que le dure el susto y terminarán por echarla; por eso y por su mala fama. El
Ayuntamiento se la quitará de encima pagándola un alquiler en Gijón y cuando la
echen será el problema del último municipio.
Iris se va, tiene su trabajo. Yo el mío y he tenido que
interrumpirlo para que ella jugara al eco.
Me mira, sonríe y dice:
–Nada es lo que parece. Imaginaba lo de Trini y he tenido
respuesta a mi pregunta.
–¿Qué?
Tengo que seguirla a su habitación.
–Sabes que me molesta el asqueroso humo de esos cigarrillos
que fumas.
–Sabes que fumo los más baratos y conocías el hedor de los
mismos cuando me has venido con tu preguntita y me has incitado a seguirte.
–¿Yo? No amigo, estoy muy ocupada con la promoción. ¿Es mi
trabajo no? ¿Cómo vas tú con el tuyo.
–¡Difícil me lo ponéis con tanta interrupción!
–¿Me estás señalando?
Soy yo quien se va. Tengo que responder a muchas preguntas,
las mías y las de l@s Trini ¿Por qué no
somos capaces, en Villaviciosa de reclamar la ya tan manoseada por el
Ayuntamiento, democracia participativa? “Porque no somos capaces de entendernos”,
grita mi niño.
Seguro que Trini su niña a la que no dejamos hablar.
–¡Bendición!
Toco a la puerta antes de entrar, sin cigarrillo encendido en
la habitación de Iris. Es el código que utilizamos para indicar que he
terminado mi trabajo.
–Un minuto
Responde. Son más. Los utilizo para airear y para concluir:
Víctor Frankenstein era un hombre bueno. El miedo al
imperativo hizo un monstruo de su criatura.
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