sábado, 9 de junio de 2018

Mi capítulo de hoy


¡Sorpresa!


Villaviciosa, 9 de junio

Hace unos meses, Iris, Julen nuestro compañero mascota, y yo estuvimos muy integrados en una comuna de un pueblo de la rioplatense  Colonia del Sacramento. Nuestro entusiasmo se disolvió por carcoma.
Nos ha quedado el gustirrín, pero no podemos ser felices en un destino que no se puede  pagar. Era un sueño, bonito, pero un sueño.
Strelizia e Isabel Carlota, que resistieron hasta el final del imaginario de vivencia en un pueblo cuyo nombre aún no conocemos, pasaban por la Villa y se nos han metido en casa.
–Como dijo alguien en twitter “empiezan por obviar el besamanos y terminan negándose a pagar el diezmo”. ¿No estamos en un gobierno de ministras y ministros? Pues aquí nos plantamos; donde comen dos lo hacen cuatro y hemos traído colchones inflables y sacos de dormir.
No necesitaba mirar a Isabel Carlota. De sobra conozco el desparpajo de ésta; es personaje frecuente de mis novelas.
Sí podemos financiar esa comuna imaginada. Claro que 60 metros cuadrados es poco para cuatro y que habrá que hacer recortes.
Iris, Julen y yo hemos aceptado a sabiendas de que ninguna de las dos puede quedarse más allá del “finde”; tienen curro y cargas familiares…
Iris no gusta de recibir cuando no está arreglada y aún menos cuando, anoche se hizo una agresiva limpieza de cutis con acido glicolico del 70% que deja marcas en su cara durante tres días o más. Es una pija aunque ella no lo acepte. .
Acepta, sin embargo. Necesitamos marcha y los debates que tuvimos en nuestro imaginario uruguayo nos suenan bien.
–Propongo el tema de Mary Shelley que nos ha metido Pedro.
Iris propone, pero está convencida de su seducción.
– ¿Quién es ese Pedro?
Isabel Carlota se ilumina. Ignoro si por la ingesta del tintorro , de los platos que no para de cocinar Iris o… Ya sé, me lo acaban de decir sus ojos “embraguetaos”.
–Un gitano
Mi respuesta es tan juguetona que cae.
– ¿Está bueno?
–Tendrás que averiguarlo tú misma.
Strelizia e Iris tienen su propia conversación en la cocina, mientras preparan sus platos. Tendremos torrijas Tengo el mono de ese plato que mi madre preparaba tan bien y es uno de los favoritos de Strelizia.
­ ¿Por qué te habló el Pedro de Mary Shelley?
Me gustaría estar en la cocina; no hay sitio para cuatro y tampoco puedo dejar sola a Isabel Carlota.
–Por Frankenstein Tan invocado últimamente. Él dice que la autora encontró su sitio en este mundo.
Mi contertulia empieza por reprocharme mi ausencia del salón y remata:
­Desde la muerte de Shirley, Mary se dedicó a propagar la obra del difunto. ¿Es eso encontrar su lugar en este mundo?


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