¡Sorpresa!
Villaviciosa, 9
de junio
Hace unos
meses, Iris, Julen nuestro compañero mascota, y yo estuvimos muy integrados en
una comuna de un pueblo de la rioplatense Colonia del Sacramento. Nuestro entusiasmo se
disolvió por carcoma.
Nos ha quedado
el gustirrín, pero no podemos ser felices en un destino que no se puede pagar. Era un sueño, bonito, pero un sueño.
Strelizia e
Isabel Carlota, que resistieron hasta el final del imaginario de vivencia en un
pueblo cuyo nombre aún no conocemos, pasaban por la Villa y se nos han metido
en casa.
–Como dijo
alguien en twitter “empiezan por obviar el besamanos y terminan negándose a
pagar el diezmo”. ¿No estamos en un gobierno de ministras y ministros? Pues aquí
nos plantamos; donde comen dos lo hacen cuatro y hemos traído colchones
inflables y sacos de dormir.
No necesitaba
mirar a Isabel Carlota. De sobra conozco el desparpajo de ésta; es personaje
frecuente de mis novelas.
Sí podemos
financiar esa comuna imaginada. Claro que 60 metros cuadrados es poco para
cuatro y que habrá que hacer recortes.
Iris, Julen y
yo hemos aceptado a sabiendas de que ninguna de las dos puede quedarse más allá
del “finde”; tienen curro y cargas familiares…
Iris no gusta
de recibir cuando no está arreglada y aún menos cuando, anoche se hizo una
agresiva limpieza de cutis con acido glicolico del 70% que deja marcas en su
cara durante tres días o más. Es una pija aunque ella no lo acepte. .
Acepta, sin
embargo. Necesitamos marcha y los debates que tuvimos en nuestro imaginario
uruguayo nos suenan bien.
–Propongo el
tema de Mary Shelley que nos ha metido Pedro.
Iris propone,
pero está convencida de su seducción.
– ¿Quién es ese
Pedro?
Isabel Carlota
se ilumina. Ignoro si por la ingesta del tintorro , de los platos que no para
de cocinar Iris o… Ya sé, me lo acaban de decir sus ojos “embraguetaos”.
–Un gitano
Mi respuesta es
tan juguetona que cae.
– ¿Está bueno?
–Tendrás que
averiguarlo tú misma.
Strelizia e
Iris tienen su propia conversación en la cocina, mientras preparan sus platos. Tendremos
torrijas Tengo el mono de ese plato que mi madre preparaba tan bien y es uno de
los favoritos de Strelizia.
¿Por qué te
habló el Pedro de Mary Shelley?
Me gustaría
estar en la cocina; no hay sitio para cuatro y tampoco puedo dejar sola a
Isabel Carlota.
–Por Frankenstein Tan invocado últimamente. Él
dice que la autora encontró su sitio en este mundo.
Mi contertulia
empieza por reprocharme mi ausencia del salón y remata:
Desde la
muerte de Shirley, Mary se dedicó a propagar la obra del difunto. ¿Es eso
encontrar su lugar en este mundo?
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