viernes, 21 de septiembre de 2018

CARLOS III:EL INESPERADO -La Farnesio


  
                   La Farnesio

Estaba muy asustado.
Sentía que ese retoque que se estaba aplicando madre, pese a la excelencia del resultado, era el último.
Tenía que comunicarme algo y le quedaba, apenas, un chorrito de vida.

—La reina está muy bien asesorada por Alberoni y centran su política internacional en los territorios italianos; los que España perdió, por el Tratado de Utrecht, en 1713, los que ella pensaba transmitir a su primogénito, Carlos, como heredera certera del ducado de Toscana y los que pretendía arrebatar a Saboya.

—Me queda claro, madre, recuerda que lo hablamos cuando te comenté lo que había escuchado en el laboratorio de la reina; indicaba al príncipe que le dejaría un legado mayor a el que podía transmitir. Recordaste que las políticas de la reina estaban encaminadas a atribuir a su hijo los territorios que conquistaban en nombre de una corona española que deberían heredar sus hermanastros. Alberoni y la Farnesio han metido España en batallas que carecen de objetivos españoles y que contrarían a Francia…
Madre afirmaba con cada vez mayor debilidad. 
Descansaba para recuperar unas fuerzas que necesitaba para  dejarme clara mi misión.

—Tienes que lograr que el príncipe sea un buen rey, gobierne donde gobierne. Espero  que  en España, ¿no ves cómo van muriendo los hermanastros?
Agarré la fría mano que pronto me dejaría huérfano.
Quería ahorrar esfuerzos.
Ya no tenía alientos.
Pero, antes de que exhalara su alma lanzó un grito.
—Han muerto nuestros apoyos, te dejo blindado con la Farnesio. Has sabido ganarte al príncipe. Haz creer a la reina que eres su agente y utiliza tus excelentes relaciones  con el príncipe para hacer de él un buen gobernante. Ahora vete. Quiero que tengas de mí este recuerdo.

Recompuso su elegancia y me dejó claro que no admitía el incumplimiento de su orden.
Me sacaron de su alcoba.
No recuerdo quién fue.
La reina me reclamaba.

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