La revisión del Tratado de Utrecht.
No era mera pretensión por mi parte invocar al cardenal designado por el
regente como tutor del rey niño Luis XV.
La Palatina se encargó de hilvanar y su hijo, el regente, heredó de los
agentes de su madre en la corte española, madre era la protegida de Madame y, como tal tuvo acceso al
cardenal.
No era cierto que éste fuera mi tutor por correspondencia, si estaba al
corriente de mi existencia y de mis circunstancias.
De hecho, así se lo hizo saber a la reina poco después de aquel fatídico
día en que tuve que abandonar a una madre agonizante por orden de Su Majestad
Católica.
Madre lo había dejado todo atado y bien atado. Me bastó hacer llegar un
mensaje a la persona que Luis XV consideraba como un padre, como un amigo y como un buen gobernante, de hecho,
este hombre, pese a su edad, llevó el timón de Francia hasta su muerte, para
que el cardenal corroborara mis mentirijillas en las condolencias por la muerte
de madre que me hizo llegar de forma que la misiva fuera interceptada por la
censura de la Farnesio.
¡Madre no me había dejado solo en este mundo!
La reina, cegada por la ambición de dejar a sus hijos bien situados,
necesitaba lograr la revisión del Tratado de Utrecht, al objeto de recuperar
los territorios que destinaba a sus hij@s.
Madre estaba furiosa .
—Esta pájara —Decía, terriblemente irritada—está prendiendo fuego a la
mecha de una pólvora que terminará por explotarnos en las narices.
¡Había costado tanto poner fin a una sangría de vidas y subsistencias
que diezmó la población europea!
Así, en noviembre de 1717, el primer ministro, Alberoni, decidió la
ocupación de Sicilia y de Cerdeña, lo
consiguió con un recurso a una armada que el reino necesitaba para defender el
tráfico marítimo con sus territorios en el nuevo continente.
Las locuras de la Farnesio consiguieron la cuádruple Alianza, y para
colmo, el seis de enero de 1719, Francia se mete de lleno por las intrigas de
Felipe V y del Regente.
Luis XV era un niño débil; si desapareciera, ambos esperaban ganar.
España perdió la guerra contra una Europa más unida que nunca. Se firmó
la paz de La Haya, el 20 de diciembre de 1720, la Farnesio la retasó todo lo
que pudo, pese a la acumulación de pérdidas, puesto que las condiciones de
retirada de los territorios conquistados y la retirada de su ministro, Alberoni
. la incomodaban.
Tuvo que ceder, el 5 de diciembre de 1719 a la desposesión y expulsión del cardenal, pero resistió hasta
que logró que se reconociera el derecho de su primogénito Carlos, al heredar
los ducados de Parma y de Plasencia, y
la Toscana, que le correspondían a ella en el momento del fallecimiento de
titular sin descendencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario