sábado, 22 de septiembre de 2018

CARLOS III: EL INESPERADO - La Fanersio II





  La Farnesio II


Mi hijo sufre por el peso que nos impone nuestro nacimiento.

Me anunció  Su Majestad mientras machacaba con esmero algo oculto a mi vista.
Me sentí muy intimidado. Hasta ese momento yo solamente tenía derecho a escuchar lo que la reina decía al príncipe y madre era la intermediaria.
A rey muerto, rey puesto y pese a mi minoría, carecía de derecho a regencia o a duelo.

En efecto, el príncipe estaba muy afectado por el cruel destino que se había impuesto a su hermana, María Ana, prometida al niño rey, bajo la regencia del duque de Orleans, que gobernó con el nombre de Luis XV, cuando ya la princesita había sido devuelta a España, por ser demasiado joven para saciar las apetencias sexuales de un rey necesitado de formación en la materia e influido por la lujuria de la corte del regente,  y para dar herederos.

También el príncipe había sufrido el espectáculo de los efectos de aquella mientras había reinado su hermanastro Luis I (1724), en la personalidad de la reina Luisa Isabel de Orlaens, nieta de la Palatina, e hija del Regente.

Esta pobre niña escandalizó, desde su llegada, a toda la corte, pese a que la última estaba ya curada de espantos con las “locuras” de Felipe V.
El príncipe había sido prometido a una hermana menor de la “escandalosa”. Felizmente todo había terminado en proyecto.

La reina parecía esperar una respuesta mientras se ocupaba, con más atención de la que otorgaba a sus brebajes.

¿Los que había utilizado para envenenar a madre?
Ignoro de donde me salió una respuesta a la que me agarré como única tabla de salvación:

—Madre me ha hecho leer toda su correspondencia con el cardenal de Fleury y ha hecho de él mi maestro; soy un discípulo altamente apreciado.
—¡Quiero leer inmediatamente esa correspondencia!
Su Majestad católica se  fijó en mí más que en sus tareas.
—No puedo, ya no están a mi alcance. Madre destruía todo desde que yo lo había asimilado y memorizado.
—¿Cómo no me han llegado esos documentos?
—Madre me ha adiestrado para evitarlo.
No intentaba declarar la guerra. Solamente quería salvarme, ahora que habían fallecido la Maintenon, la Palatina, el regente y Luis XIV

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