domingo, 7 de octubre de 2018

Carlos III: EL INESPERADO PARTE III De la estirpe de la Farnesio Bárbara de Braganza


PARTE III

De la estirpe de la Farnesio



Bárbara de Braganza

Nápoles, abril de 1750 .
Farinelli, el “castrati” que “da vida” a la reina de España es el remitente del mensaje cifrado que recibí de Aranjuez.
Éste, aunque ya llevaba peso en su “bolsa” cuando llegó a España, encontró “las Américas” cuando la Farnesio descubrió su talismán para combatir los miedos que devoraban a su marido.
Felipe V estaba tan contento del regalo de su amante esposa que hizo de éste su primer ministro.

Bien sabía el nombrado que allí mandaba la reina y supo acomodarse de tal manera en la familia real, que sobrevivió a su paciente y se instaló, aún más confortablemente en el reinado de Fernando VI. Era inseparable de éste y de Bárbara de Braganza.

La Farnesio, aunque alejada de la corte por unos reyes que habían sido sepultados por ella cuando eran príncipes de Asturias, mantenía a los soberanos maniatados, por el “castrati”, por el gobernante, Marqués de la Ensenada, por el director espiritual, el jesuita, Francisco Rávaro
“Que vaya preparándose el rey de la Dos Sicilias para ocupar su trono”, venía a decir el mensaje cifrado, que aseguraba  ser emisario de doña Bárbara.

Podría ser cierto; el catrasti era Napolitano de pura cepa  y este era el encanto de la joya que admiraba Europa entera.
La Farnesio no solamente era Italiana, sino que quería dotar a su prole de territorios italianos, puesto que había reservado la corona española para su hijo Carlos.
Trasportaba a Bárbara de Braganza a un viaje que la desahogaba de los berrinches que le daba su suegra.

Fernando VI estaba tan loco como su padre y el canto del “catastri” calmaba sus miedos de estar “a punto de morirse”, que doña Bárbara necesitaba aquietar y la Farnesio, agravar.

Temí que la última pagara más y que por tanto sería  la emisora.

¿Por qué sería yo el destinatario?

La entrometida reina madre sabía perfectamente que nadie podría pensar que esta pareja tuviera herederos, que el trono de España iría a parar a su primogénito y que ella estaría viva.

No tardó en llegarme el mensaje de Marianina.


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