sábado, 20 de octubre de 2018

CARLOS III: EL INESPERADO EL HONOR MAYESTÁTICO


 

El honor mayestático


En esta ocasión las prisas de la Farnesio para casar a María Teresa no fueron la causa de la desgracia de su hija, la infanta desposada había cumplido los 20 años y si la infanta María Ana Victoria, por su tierna edad, no había podido parir al Delfín de Luis XV, su hermana María Teresa sería madre del futuro rey de Francia.

La Farnesio se volvió a equivocar.

María Teresa tuvo que esperar siete meses a que un marido de dieciséis años ejerciera sus funciones conyugales y soportar la humillación en una corte que consideraba que el Delfín era impotente.

No fue tal y en septiembre de 1745 se dejó bien claro que el matrimonio había sido consumado.

Desde entonces Versalles vio una pareja inseparable por la complicidad.

La Pompadour disfrutaba con un espectáculo que a nadie interesaba cuando estaba la “razón” tan de moda.

El jesuita seguía hablando.

Un simple gesto de Julia me empujó a intervenir:

—No pienso que la duquesa de Pompadour tuviera tanto cariño a su educación con las Ursulinas.

El jesuita se puso morado cardenalicio y dijo amenazante:

—¿Quieres provocarme?

—No es mi deseo hacerlo

Respondí con la verdad por delante y él hizo que me creía. Juzgó que le convenía absolverme

—Veras… esa señora que el rey Muy Cristiano ha nombrado par de Francia, marquesa y duquesa consiguió un marido lo suficientemente rico gracias a la educación y a las relaciones que le dieron las madres Ursulinas. Estas y nosotros la apoyamos en la excelencia de su “salón” y aunque reprochamos su adulterio…

—Enviaron todos los refuerzos posibles a la corte devota de los delfines. Hicieron mucho daño…

El anfitrión me cortó con descarado regocijo.

El poder otorgado a esa señora era una provocación a una aristocracia cada vez más esquilmada…

—Y estaban los protestantes, los jansenistas, una burguesía cada vez más enriquecida…

Di cuerda a mi contertulio para un buen rato. Pensaba en la pobre María Teresa. Esta consiguió concebir y tuvo una hija, el 19 de julio de 1746.

A la última se la bautizó con el nombre una madre que murió tres días después.

Entre tiempo había muerto Felipe V, el nueve y el rey de las Dos Sicilias heredaba el trono español y un problema.

Mantener las buenas relaciones con Francia, pese a la ofensa de esta corte a sus hermanas: María Ana Victoria y María Teresa.

Su majestad Católica tenía que lograr casar a su hermana, María Antonia con el delfín que había dejado viudo María Teresa.

No hubo suerte, Versalles estaba dividido con la oferta: el novio quería recordar a su difunta y apreciaba la propuesta española, así lo hacían la Reina Muy Cristiana y todo el grupo de poder gubernamental. Había otras opciones, pero la que ganó fue la de Madame de Pompadour: María Josefa Sajonia, hermana de doña Amalia, Su Majestad católica.

—La poderosa adúltera se puso en paz con Dios antes de entregar su alma.

Repetía el jesuita mientras yo sentía una terrible nausea.

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