Madame
de Pompadour
Un nuevo error. Había facilitado
la fuga del adversario:
—La que fue amante del rey Muy
Critiano me hacía llegar las obras de
sus protegidos, firmadas por sus respectivos autores. La señora de Pompadour,
uso el nombre con el que se trata de
disimular el adulterio esta dama para
abreviar, hizo público su poder en la corte de Luis XV, el 23 de febrero de
1745, en plenas celebraciones de las bodas del delfín con la infanta María
Teresa de Borbón y Farnesio, hermana del entonces rey de la Dos Sicilias.
Julia y yo estábamos al
corriente.
Buen disgusto se llevaron Sus Majestades y qué dolores de cabeza nos dieron.
Esta ofensa unió mucho a los que
se creían destinados por Dios a reinar en Francia y a engendrar sucesores en
Francia y en cuantos reinos fuera posible.
Pobres niños asustados y
humillados, sobrevivieron en un macabro juego de odio que compartían los hijos
de la virtud hacia quien llamaban “Mamam Putain”.
Versalles volvía a estar dividido
entre devotos y, en este caso, “ilustrados”. Ahora los últimos tenían todos los
triunfos en mano.
Tuve que recurrir a mis contactos
en París e iniciar unas relaciones epistolares que han sido de agrado mutuo
hasta la muerte de la poderosa Mme de Ponpadour, quien me enviaba ejemplares dedicados por los
propios autores y sus propios planteamientos.
¿Cómo podía estar informado de
esto el maldito jesuita?
Yo pensaba y él tiraba al blanco.
—De poco sirvió vuestra
intervención. Cualquier intento para dulcificar la vida de la delfina que
hiciera la “usurpadora” era ferozmente rechazado.
—También se habló de la
intervención de los jesuitas. Me consta…
Siquiera esperaba respuesta.
Simplemente intentaba salir del paso.
Con cara de jaque mate me
respondió el jesuita.
—Me consta que personas mal intencionadas hicieron
llegar a la dama rumores infundados. Ella fue una excelente alumna de nuestras
hermanas las Ursulinas; miembros de la Orden han asistido, gustosos, a sus
salones cuando era madame Le Normant.
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